Y en el centro de la vida política… ¿Los últimos?
Por: Javier Sebastián, coordinador Pastoral Escolar San Rafael
«La política no es el mero arte de administrar el poder, los recursos o las crisis. La política no es mera búsqueda de eficacia, estrategia y acción organizada. La política es vocación de servicio, diaconía laical que promueve la amistad social para la generación del bien común. Solo de este modo la política colabora a que el pueblo se torne protagonista de su historia…» (Audiencia del Papa Francisco, Pontificia Comisión para América Latina, 4-3-2019).
Toda invitación a las urnas (y en esta primavera de 2019 van coincidiendo varias) son oportunidad para manifestar con responsabilidad este protagonismo. “La participación es uno de los pilares de todos los ordenamientos democráticos, además de una de las mejores garantías de la permanencia de la democracia. Toda democracia debe ser participativa” (Compendio de la DSI, n.190).
Y en estos meses de protagonismo y participación ciudadana, Cáritas Española ha ofrecido al conjunto de las opciones políticas de nuestro país una serie de medidas prioritarias para proteger “la dignidad de cada persona y los derechos que le son inherentes” y promover “la fraternidad y el bien común” que sirvan para construir “una sociedad humana, justa y democrática”. Son valientes las propuestas cuando urgen a la centralidad de la persona y, de manera prioritaria, las más vulnerables: garantizando ingresos para los hogares en situación de pobreza y el acceso a una vivienda digna; protección y acogida a migrantes; lucha contra el cambio climático, garantía de energías limpias para todas las personas; protección ante el trabajo precario; fortalecimiento de políticas de desarrollo y cooperación internacional…
Para el discernimiento y la reflexión… tal vez sea importante salir de la superficialidad política y preguntarnos:
- las medidas y propuestas programáticas… ¿dan alguna respuesta concreta y seria a las necesidades de los pobres?, porque lo primero debe ser siempre erradicar la pobreza, que no haya excluidos;
- ¿cómo plantean luchar contra la precariedad laboral, defender el trabajo digno y los derechos sociales de personas y familias?, porque ambas cosas son decisivas para combatir la pobreza y hacer posible una vida digna;
- ¿qué proponen para el cuidado de la Tierra, nuestra casa común, y de la familia humana que la habitamos?, porque somos para cuidar y cuidarnos, no para dominar y competir;
- ¿qué dicen del modelo económico, qué proponen para cambiarlo?, ¿qué tipo de persona y de relaciones sociales defienden?, ¿qué dicen de la educación en ese sentido?, porque la economía dominante configura personas individualistas, consumistas, competitivas, rompe las relaciones sociales, y somos para colaborar, para la ayuda mutua, para cuidar la fragilidad;
- sus propuestas, ¿tienden puentes o levantan muros y barreras?, ¿muestran alguna voluntad real de diálogo desde la diversidad o tienden a una uniformidad estéril?, porque “somos” para el encuentro y el diálogo, para caminar juntos desde la riqueza de la diversidad…
Estamos invitados a vivir con responsabilidad el ejercicio de elección de esos servidores públicos, que “no han de olvidar la dimensión moral de la representación: el compromiso de compartir el destino del pueblo y el buscar solución a los problemas sociales”; políticos llamados a ejercer “una autoridad responsable mediante el recurso a las virtudes que indican ese espíritu de servicio (paciencia, modestia, moderación, caridad, generosidad); una autoridad ejercida por
personas capaces de asumir auténticamente como finalidad de su actuación el bien común…” (Compendio Doctrina Social de la Iglesia, n.410; Christifideles Laici 42). Ojalá que -como sugiere la imagen de portada de este artículo- “entre todos cuidemos de que no pierdan los de siempre”.