«Viva la vida… ¿En esta Pascua?»
Por: Javier Sebastián, maestro de Primaria y coord. Pastoral Escolar en Salesianos S.Rafael
“¿Normalidad? Tampoco es que fuera muy normal lo que teníamos hasta el 13 de marzo…”. Se lo leí hace unos días a una buena amiga, voluntaria de Cáritas, una de esas personas que “no dan puntada sin hilo”. “Que más de media humanidad viviera en situación de vulnerabilidad y exclusión, y el equilibrio del planeta anduviera al borde del colapso… tampoco parecía ni parece muy normal”, me explicó. “No ganarás en popularidad con semejante discurso”, le repliqué “en plan risas”.
Pero no. De risas, las justas. Porque no resulta un discurso amable el apuntar en estos momentos a la urgencia de intuir aprendizajes de toda esta experiencia que vamos acumulando. ¡Que sí, que habrá que salir, ya, cuanto antes, y los más posibles! Digo que con la que está cayendo, parece complicado sugerir (“¿ahora tiene que ser?”) caminos de humanización, que de entre tanto escombro pueda surgir esperanza y futuro. Aunque… tal vez, si hablamos de Pascua, si nos creemos lo de “aprender a vivir como gente en Pascua”, seguramente tendremos que estar muy atentos a acoger “las lecciones que esta pandemia” nos lanza a gritos, como hace unos días nos proponía Miguel, el director, en su artículo (llamadas potentes para este pueblo de la Pascua, atento y crítico –por ejemplo- ante “este sistema socioeconómico que mata” –bueno, que así lo dice Francisco, el Papa, en su Evangelii Gaudium, número 53-, un sistema que provoca “cada vez más desigualdades y conflictos, agresiones al medio ambiente, aumentando la vulnerabilidad de pueblos enteros…”: ante la amenaza común -insiste Miguel- “se pone de manifiesto una vez más que son los pobres quienes más van a sufrir las consecuencias de la crisis, y que las desigualdades son mortíferas…”).
En esta línea, permitidme que haga memoria de aquellas palabras de Francisco, hace unas semanas… aquel escenario imponente de la Plaza de San Pedro totalmente vacía, bajo la lluvia, en un discurso valiente y profético, a mi juicio, dirigido en este contexto de pandemia global: sus palabras, sus momentos de oración, su mensaje… Nos decía: “Estamos todos en la misma barca, frágiles y desorientados pero importantes y necesarios”… Vivimos la experiencia inédita de sentirnos “entre asustados y perdidos, entre tinieblas y silencios”, sin respuestas. Nos habló el Papa de este tiempo que está desenmascarando muchas vulnerabilidades y falsas seguridades de nuestra sociedad: se nos cae «ese maquillaje con el que disfrazábamos nuestros egos siempre pretenciosos de querer aparentar” -dice el Santo Padre-, intentando pasar este trago sin inmutarnos, y pretendiendo “permanecer siempre sanos en un mundo enfermo”. En medio de la tormenta y ante el sufrimiento, donde se mide el verdadero desarrollo de nuestros pueblos, descubrimos la necesidad de que todos seamos uno: “Hemos avanzado rápidamente, sintiéndonos fuertes y capaces de todo. Dejándonos absorber por lo material y trastornar por la prisa, no nos hemos despertado ante guerras e injusticias globales, no hemos escuchado el grito de los pobres y de nuestro planeta gravemente enfermo”. Tal vez nos sugiere el Papa Francisco que esta experiencia es una “llamada a vivir este tiempo de prueba como un momento de elección, no como el momento de tu juicio sino de nuestro juicio, el tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa y es transitorio, para separar lo que es necesario de lo que no lo es”.
¡Vaya! Se trata de elegir. Y es una elección tuya y mía, y también de dimensiones comunitarias, “es nuestro juicio”, decía el Papa: elegir “lo que cuenta”, lo que es verdaderamente importante. Y no sé, ¿qué pensáis?, ¿os veis y nos vemos capaces de estar aprendiendo algo de todo esto? Me comentaba Luis, buen amigo y filósofo de vocación y profesión, que en estas semanas y en círculos de reflexión y de construcción de discurso, parece que no abundan los buenos augurios: “volveremos a lo mismo, no hay quien nos redima, es demasiado lastre este sistema que nos determina y deshumaniza”… Y puede resultar cierto. Podemos consentirlo. También hay otra gente que piensa, que pensamos, que si alguien ha de echarle esperanza a tanta oscuridad, seguramente hemos de ser nosotros, pueblo que quiere rastrear la presencia del Resucitado (me decían estos días unos buenos amigos, gente de confianza, en plena videoconferencia “intensita” que “con la que está cayendo, ¿dónde está la Iglesia?”: y ¿sabéis qué?: no sé si vamos acertando, seguro que unas sí y otras no tanto, pero quiero creer que en este tiempo “la Iglesia siempre ha estado ahí, nunca se ha ido”); a este “pueblo de la Pascua” también se le han roto los tiempos y habrá que aprender a reconstruirlos “convirtiéndolos en tiempos de cuidados”, tomando nota para que estos aprendizajes sean pautas de transformación en lo que está por venir… en medio de este sistema “de pies de barro”.
Por lo de “pies de barro”… Si habéis seguido la lectura hasta este punto, ¡gracias!, y permitidme que os regale una canción: porque este “Viva la vida” que aparece como título del artículo remite a una canción que a más de uno nos ha emocionado, exitazo de Coldplay de hace más de una década. Parece ser (seguro que los fans lo sabéis) que la letra de este tema habla del rey Luis XVI de Francia (de hecho, en un videoclip primitivo aparece el líder del grupo, Chris Martin, caracterizado como aquel monarca del XVIII): el rey que “gobernaba el mundo -dice la letra de la canción– pero cuyos altos castillos estaban construidos sobre pilares de arena y sal”… No he podido evitar pensar en este “sistema de destrucción” que muere matando porque sus cimientos están asentados en la injusticia y en la deshumanización. Entre tantas grietas y desmorone, seguramente se esconden ¡tantas posibilidades de luz, tanta necesidad de miradas “resucitadas”! (como sugiere Miryam Artola en su viñeta de portada) ¡Hay gestos de esperanza, de compromiso, de bondad, de gracia, en medio de este túnel…! Que no se nos olviden: sn pistas de reconstrucción, de humanización. ¿Le daremos tregua al monstruo… al regreso de esta pesadilla? Se trata de una elección, de alinearse, en nuestras decisiones personales y colectivas: porque #SomosUNO …y porque “para Salesianos, #PrimeroLosÚltimos …”