¿Urge… “Educar en igualdad”?
Por: Inma, Vanessa, Pilar, Loli, Eva, Begoña, Lola, Carmen, Adeli y Javi
Con un título tan sugerente como el de “Claves para educar en Igualdad en el siglo XXI” se nos convocaba a esta sesión de formación en la tarde del martes 29 de enero: una ponente de lujo, Lola Medina (psicóloga clínica y educativa, y especialista en terapia conductual en Infancia) generó reflexión y debate entre el grupo que asistimos (que resultó enriquecedor por las aportaciones que entre todas compartimos). Fue muy rico, y quienes pudimos asistir os lo queremos contar (éramos un pequeño grupo -¿por qué?, ¿creéis que el tema es urgente y de importancia?-, ¡ojalá que a la próxima seamos muchas y muchos más!-).
Vamos constatando pequeños pasos hacia una sociedad más igualitaria, es cierto, y es importante que nosotras y nosotros (y nuestras hijas e hijos) seamos protagonistas de esta revolución: porque creemos evidente que en tantas situaciones y contextos seguimos instaladas en la desigualdad. Así lo descubrimos -y es clave pararse a escuchar la realidad con espíritu crítico-, por ejemplo:
- en roles preasignados que encasillan y determinan la educación, heredados y transmitidos, casi sin darnos cuenta, y que nos empobrecen, nos encorsetan, nos esclavizan (¡hay tanto en lo que avanzar para vivir de veras la corresponsabilidad!);
- en una estructura, tradicionalmente arraigada y que tiene un nombre, “patriarcado”, sistema de opresión y subordinación de la mujer ante el hombre que se ha ido reproduciendo históricamente y que perpetúa este desajuste que impide visibilizar la igualdad real y efectiva;
- en expresiones de sometimiento y superioridad -en el campo social-relacional, laboral, económico, cultural…- que condenan, por ejemplo, a tantas mujeres a una injusta brecha salarial, a mayores tasas de desempleo, a más dificultades para conciliar vida familiar, personal y laboral; también a soportar dosis permanentes de violencia y acoso (sexual, laboral, psicológico…), etc.
Pensamos que estamos llamadas a exigir legislación sólida y estructuras organizativas consistentes que posibiliten que “la teoría” (la igualdad formal hombre-mujer) sea un hecho, pero sabemos que el día a día dista mucho del ideal: esas dinámicas machistas empapan nuestras historias personales, familiares y comunitarias, a menudo de manera sutil y casi inconfesable, ¡pero ahí están! Además, las mujeres hemos sido educadas para pensar primero en las otras personas y no tanto para centrarnos en nosotras mismas… a veces nos cuesta pensar en quiénes somos y cuál es nuestra gran valía porque no nos hemos acostumbrado a hacerlo…
Como comunidad educativo-pastoral, en el ámbito familiar y también en el escolar, tenemos oportunidad de vivir con ilusión este reto de la igualdad, plasmándola en líneas de acción concretas (potenciando por ejemplo el funcionamiento de la Comisión de Igualdad y Convivencia del Centro, continuando con la formación en este tema a nivel de claustro y de familias, compartiendo experiencias en este ámbito para aprender unos de otros, poniendo en práctica estrategias de coeducación, etc…). Queda mucho camino por recorrer y es necesario recorrerlo juntas y juntos.