El profesorado de San Rafael va cuidando estos espacios sencillos y cotidianos de silencio e interioridad, acompañando a sus grupos-clase en estas experiencias que buscan “hacer un stop”, encontrar un tiempo en medio de los ritmos intensos de nuestro mayo, y centrar la mirada en la Madre para que Ella nos lleve hasta Jesús.
Desde los más pequeñitos que, con todo el amor, se han acercado de la mano de sus seños a saludar a María Auxiliadora, hasta los mayores del cole, que ya preparan su despedida de San Rafael, todas y todos encuentran sus tiempos de escucha y de corazón para sentirse familia salesiana junto a su Auxiliadora.
Durante la Semana Vocacional de nuestra Casa, estos Encuentros junto a María (y la escucha de la parábola de los talentos -¡gracias, Señor, por nuestros dones, por nuestros talentos, que sin duda nos has regalado para hacer el bien y darnos a los demás!-) han sido una oportunidad para crecer con el corazón bien abierto a la alegría del Espíritu.
Os compartimos una de las plegarias que hemos compartido en la capilla, para que nos sintamos todas y todos unidos:
María de Nazaret supo acoger en su vientre la presencia de Jesús gracias a la acción del Espíritu Santo. Ella se dejó guiar toda su vida por su fe y confianza en ese Dios que puso sus ojos en Ella.
María es la mujer del SÍ. La que siempre quiso decir SÍ al Espíritu de Dios. Un sí permanente, sincero, renovado y alegre.
También María es la mujer del silencio, un silencio para escuchar a Dios y escuchar a cada uno de nosotros: nuestros deseos, nuestras necesidades y esperanzas…
Pero María también es la mujer que alza su voz y pide justicia a Dios que “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos”…
María es la mujer de la confianza. ¡Qué importante es saber confiar y esperar, qué importante es amar y vivir en el corazón de Dios!
María es la mujer atenta y abierta a los planes de Dios: atenta para aprender, sentir y descubrir los dones que Dios ha puesto en Ella.
Danos luz, ¡oh, Madre! para reconocer, agradecer, valorar y cuidar nuestros dones, nuestros talentos, multiplicándolos para el servicio y la entrega a los demás. ¡Que así sea!